martes, 14 de abril de 2009

INTELIGENCIA ASERTIVA: CÓMO DISCUTIR SIN DAÑAR AL OTRO

REVISTA DE MUJE 03 DE JUNIO DE 2007
Por: María Teresa Villafrade

Los chilenos, especialmente los capitalinos, se desenvuelven entre la sumisión y la agresividad. En ambos casos el resultado es el mismo: frustración e infelicidad. Existe un camino alternativo que es cultivar una conducta asertiva, posible de aprender y aplicar mediante pautas sencillas.
A fines de los años 60 empezó a acuñarse en Estados Unidos el concepto "asertividad", que proponía una herramienta de autoayuda en la comunicación, basada principalmente en los derechos de las personas a poner límites, y a saber decir "no".
Sin embargo, a poco andar, se observó que a medida que la gente se ¨ensegurizaba¨ y autoafirmaba, con frecuencia se llegaba a caer en la pesadez. "Una cosa es decir lo que piensas y otra distinta es hacerlo sin lastimar y herir a los demás", aclara la sicóloga Javiera de la Plaza, autora del libro La Inteligencia Asertiva (Editorial Zig Zag) que acaba de lanzarse al mercado nacional.
Por lo tanto la meta fue enriquecer el concepto, introduciendo un factor tan importante como el respeto al otro, aporte que hicieron los especialistas Lange y Jakuwosky. Así, la asertividad se volvió una herramienta más humanizada y grata de llevar a la práctica.
"La conducta asertiva que presento en el libro, y que corresponde al modo en que yo trabajo desde hace 17 años, tanto como sicóloga clínica como en mis talleres de entrenamientos asertivos, persigue un objetivo concreto: estar en paz y alcanzar una mejor convivencia con uno mismo y con los demás", dice la sicóloga.
La asertividad, a su juicio, es un estilo de comunicación que permite expresar pensamientos, sentimientos y opiniones en el momento oportuno, de manera desenvuelta, sin nerviosismo, respetándose a sí mismo y a los otros. Lo que puede llegar a ahorrar horas de pensamientos intrusivos o autoflagelantes respecto de lo que "no dije y pude decir".

"En un escenario imaginario podemos ver instalada al medio a la persona asertiva, en tanto que en uno de los polos estarían las sumisas o tímidas, que respetan o muchas veces híper respetan los derechos de todo el mundo, pero no los suyos propios. ¿Qué consecuencias puede traer funcionar de esta manera? Que se va llenando un vaso interno de mini situaciones de frustración. Por ejemplo, ‘hoy no dije que no a algo que no quería hacer y ayer dejé que alguien me hablara golpeado’. Se acumula rabia hasta que llega un momento en que por un estímulo muy menor la persona explota cual olla a presión. El que recibe este tsunami queda muy herido con el desahogo que es completamente desproporcionado", señala Javiera de la Plaza.
Otra forma de reaccionar de manera sumisa es hacer un cuadro depresivo: "La depresión se relaciona con la falta de asertividad, porque la persona empieza a deteriorarse en su autoestima y autoimagen. Se ve a sí misma como mediocre, las cosas no le resultan, no es capaz de pedir un aumento de sueldo o cada vez que habla en público se pone roja de vergüenza. Se produce un círculo vicioso y la persona se va deprimiendo", agrega.
La tercera posibilidad de reacción es aquella en la que el cuerpo se enferma. "Guardarse todo, quedarse con huesos atravesados puede derivar en estrés o tensión acumulada y junto con ello en una somatización: aquí aparecen las cefaleas, el lumbago, el colon irritable, las úlceras, la dermatitis, el bruxismo y hasta enfermedades graves. Se han hecho estudios que señalan que el cáncer se puede ir originando a lo largo de la vida de tanto no expresar los sentimientos", explica.
En el otro extremo del escenario se encuentra la conducta antagónica a la sumisión, que es la agresividad. Estas personas expresan siempre sus emociones, gustos, pensamientos, pero les da lo mismo los derechos y opiniones de los demás.
"El no contemplar nunca lo que les pasa a otros también tiene un costo, quizás menor a los de las personas sumisas, porque en nuestra sociedad muchas veces se logran más cosas a codazos, pero la persona agresiva va sufriendo de un aislamiento social. Uno puede aguantar a un jefe agresivo, pero no tiene que hacerlo con un amigo, entonces si tienes que invitar a alguien a tu casa dejas de lado a los agresivos, impulsivos o pachoteros", señala la sicóloga.
La agresividad en el trabajo produce una desintegración del grupo o equipo y genera desconfianza. Por lo tanto, no es un clima productivo ni sano tener una conducta laboral agresiva o permitirla en los demás.
"Hay diversas razones por las cuales una persona puede ser agresiva. Una es que provenga de una familia con ese repertorio conductual. Es un hecho que los padres y madres golpeadores casi siempre provienen de hogares en que fueron golpeados. Es lo que se llama aprendizaje vicario", acota.

MULETAS SICOLÓGICAS...
Existe también la conducta péndulo que consiste en pasarse de un extremo al otro, es decir, de la sumisión a la agresividad, y que a juicio de la profesional es la que predomina en todas las esquinas de nuestro país. En este tipo de accionar basta una pequeña provocación para desencadenar el cambio.
Javiera de la Plaza denomina "muletas sicológicas" a estos estímulos y advierte que en nuestra sociedad hay al menos tres. Una es la rabia. la gente al estar dominada por la ira se envalentona ficticiamente, pierde la vergüenza, pero después se siente peor. Otra es el alcohol: con un par de tragos una persona tímida se transforma y acaba bailando arriba de la mesa, pero el problema es que puede convertirse en alcohólica. La tercera muleta que se usa mucho en Chile, especialmente las mujeres, son los fármacos, los tranquilizantes. "La persona no es capaz de enfrentar el día sin una benzodiazepina, porque no confía en sí misma, pero ocurre que el fármaco le provee de una confianza prestada", añade.
Cultivar la asertividad es el camino que, a juicio de Javiera de la Plaza, conduce a un real bienestar personal, porque se aprende a comunicar con los menores ruidos posibles y de la mejor manera.
"Esto no tiene nada que ver con la impulsividad o con dejarse llevar por lo que una piensa o siente, como mucha gente cree. Obviamente hay que ser honesta, pero la clave está en desarrollar la inteligencia asertiva, donde se miden y toman en cuenta muchas variables", explica la autora.
Una de esas variables es, por ejemplo, la consideración de contexto, o sea el momento en que se dicen las cosas. "Ocurre que llega el marido cansado del trabajo a su casa y allí han pasado una serie de problemas domésticos. ¿Qué debe hacer la esposa? Esperar un momento más distendido para contarlos, en lugar de hacerlo apenas el hombre atraviesa la puerta. Los contextos son muy importantes. Si quieres conversar con tu hijo adolescente de un tema delicado, es mejor no hacerlo en la pieza donde está otro hermano escuchando, sino invitarlo a salir a caminar o buscar otro lugar más apropiado", agrega la profesional.

QUÉ Y CÓMO...
La asertividad tiene componentes verbales, no verbales y cognitivos (pensamientos). Es necesario escoger bien las palabras que usamos. No es lo mismo decir ‘te quiero’ que ‘tú ya sabes lo que siento por ti’. Sin embargo, se ha visto que el 70% y hasta el 80% de lo que a uno le importa en la comunicación tiene que ver más con el lenguaje no verbal: miradas, gestos, actitudes, postura corporal, movimiento de manos, expresión de la cara, etc. "Alguien te puede caer bien o mal sin necesidad de que diga una sola palabra. Por eso es importante cuidar la comunicación no verbal. Los niños son esponjas para captarla", explica.
Por otro lado, a medida que crecemos vamos creando esquemas mentales propios que te dicen cómo enfrentar la vida. Las personas tímidas tienen por lo general un esquema mental que les reafirma esa timidez. "Se puede ir incorporando otro esquema más asertivo en base a un entrenamiento que le permite cambiar y disfrutar de tantas situaciones que las personas tímidas no disfrutan. Es algo que no se alcanza de un día para otro, sino en forma paulatina", señala De la Plaza.
Entre los datos prácticos que enumera la sicóloga en su libro figuran: concentrarse en lo que se dice al hablar en público y no en lo que los demás están pensando; ayuda saludar en voz alta y sonreír cuando se llega a un lugar. Al equivocarse en público, tomarlo con humor; si alguien dice ‘te estás poniendo rojo’ hay que responder ‘sí, es cierto’, después respirar y seguir tranquilamente. Proponerse iniciar conversaciones con personas desconocidas es un excelente entrenamiento para superar la timidez.

NIÑOS ASERTIVOS...
Se puede enseñar a los niños a ser asertivos. "Una vez estaba en un restaurante en Buenos Aires y observé la siguiente situación. Un niño le dice a su padre que el bife está crudo, entonces el papá le responde: ‘decíle al mozo’. El hijo llama al mozo y le pide que le cambie el bife porque está crudo. Luego, cuando le traen un nuevo plato, el padre felicita al niño diciéndole ‘así se hace hijo’. Es un hecho que los argentinos son en general personas muy desenvueltas. ¿Qué habría pasado en Chile? El papá le reclama al mozo o le dice al hijo que se lo coma igual y que no moleste. He notado, sin embargo, algunas señales positivas: en nuestros colegios veo una mayor tendencia a que los alumnos diserten en público y eso es bueno, siempre que en la casa sus padres los dejen hablar, los escuchen con respeto y no les manden a callar por cualquier motivo. La formación escolar debe ir aparejada con el reforzamiento positivo de los padres", explica la sicóloga.
Asegura la autora de La Inteligencia Asertiva que en algunos sectores del país se ha malentendido el concepto de asertividad: "Decir lo que quiero, cuando quiero y como quiero no es ser asertivo, así como tampoco lo es querer agradar siempre a todo el mundo. El ABC1 chileno es a menudo muy prepotente. Nuestra sociedad no es feliz, está insatisfecha y es porque estamos buscando la felicidad por caminos equivocados. Estamos viviendo en una selva donde se piensa que nadie puede equivocarse; salir a la calle es un peligro y no me refiero a la delincuencia sino a la agresividad permanente que se transmite. Una sociedad más asertiva es mucho más grata en todo sentido", concluye Javiera de la Plaza. \\